Pareciera que hemos escogido el tema del mes a raíz de los pogromos racistas que han tenido lugar en Reino Unido, pero no, ya lo habíamos elegido antes. ¿Visión de futuro? Más bien confianza ciega en la ignorancia humana. Porque, aunque el racismo se defina como una creencia que proclama la superioridad de unas “razas” humanas frente a otras, en realidad este último término está vacío de significado: desde el punto de vista biológico las razas humanas no existen.

La antropología clásica clasificó a la humanidad en 5 razas atendiendo a diferencias físicas observables como el color de piel, el tipo de cabello o la forma de los ojos, y la raza blanca se consideraba la más equilibrada, bella y avanzada. Adivinad de qué color tenían la piel los científicos que establecieron esta clasificación. Pero gracias a la genética, hoy sabemos que estas agrupaciones por rasgos externos no tienen demasiado sentido, y que incluso dos personas con tonos de piel muy distintos pueden estar más cerca a nivel genético que dos personas con el mismo color de piel.

La tonalidad de la piel viene definida por unos 650 genes distintos; unos determinan la cantidad y otros la proporción de los dos tipos de pigmentos (melaninas) que se producen en el interior de unas células llamadas melanocitos: la eumelanina, marrón oscura, y la feomelanina, rojiza-anaranjada (producida en gran cantidad por las personas pelirrojas).

Dos personas con la piel negra pueden haber llegado a ella por causas genéticas distintas: debido a una mayor cantidad total de melanina, a una mayor proporción eumelanina/feomelanina o por una mezcla de estos factores.

Cuando a lo largo de la evolución nuestros ancestros fueron perdiendo su pelaje tenían la piel clara (fijaos en los monetes), así que tuvieron que adaptarse a las altas radiaciones solares del Trópico oscureciendo su piel. Posteriormente, diversas migraciones hacia zonas en las que salía poco el sol favorecieron que la selección natural propiciara la piel blanca. Para poder sintetizar vitamina D y no morir, básicamente. Asimismo, todos los linajes humanos se han ido mezclando entre sí a lo largo de los años, por lo que poseer un color de piel concreto no nos hace pertenecer a una categoría biológica estanca, como pregonaba Hitler o como proclama Netanyahu.

En las últimas décadas se han publicado numerosos estudios que ilustran la complejidad de este tema. Sabemos que nuestro genoma es idéntico al del resto de personas al 99,9%, es decir, solo nos diferenciamos en el 0,1% de los genes. No se han encontrado biomarcadores ni proteínas ni nada por el estilo que permita hacer una clasificación cerrada de los grupos humanos. En 2002 un estudio publicado en Science demostró, tras analizar más de 4.000 variantes de genes, que solo el 7,4 % eran específicas de una región geográfica concreta. ¡Una nimiedad! Somos una auténtica amalgama genética.

A pesar de todo esto, es innegable que la ascendencia o “etnicidad” tiene una gran relevancia en investigación biomédica (como la tiene el sexo biológico). Algunas poblaciones tienen predisposición genética a desarrollar ciertas enfermedades, como les ocurre a las personas negras con la anemia falciforme o a las personas de ascendencia judía askenazi con la enfermedad de Tay-Sachs. Cuando queremos probar un fármaco en un ensayo clínico, debemos incluir a personas de todos los grupos humanos posibles para asegurarnos de que la muestra es representativa. De lo contrario, podríamos pasar por alto efectos perjudiciales o beneficiosos que vienen determinados por la genética.

Está claro que la diversidad es importantísima en ciencia, como también lo es en el resto de las esferas humanas. Los del National Front no veían con buenos ojos el acercamiento entre la población local y los migrantes caribeños que llegaron a Bristol en los años 70. Sin esta mezcla, hoy no podríamos vibrar con temazos como “Teardrop”, “Hell is round the corner” o “Sour times”. Sorry, dear, quienes pusieron a Bristol en el mapa no fueron los nazis como tú, sino personas con bastante más eumelanina. Y si te pica, te arrascas.
PD: Si os interesa el tema de los linajes humanos, leed este reportaje de National Geographic. Es una bestialidad.

Artículo publicado en El Lamonatorio para El Mono revista cultural (El Mono #129):

*Fuente de la foto de portada.

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