El Sol nos da la vida. También tiene el poder de quitarla, como cuando vemos al típico señor tumbado en la playa con la tez color naranja chamusquina, que piensa que aún no está lo suficientemente moreno como para volverse a casa pitando antes de que lo mate un melanoma. Pero cuando aprendemos la gran influencia que tiene el Sol para la vida en nuestro planeta, los pros superan clarísimamente a los contras.
La radiación ultravioleta emitida por el Sol es un activador de la producción de vitamina D en nuestra piel. De ahí que se diga que es bueno que nos dé el sol si estamos
bajos de esta vitamina. La vitamina D contribuye a que se deposite el calcio en los huesos. El 80% de esta molécula se obtiene con una exposición solar diaria de 15-20 minutos, y el resto puede obtenerse de la dieta —pescados grasos, huevos y lácteos—. Al hilo del tema de la piel, existe una teoría que dice que la vitamina D está relacionada con la despigmentación de la piel en los humanos. Vamos, que existe gente blanca porque, en tiempos de Maricastaña, algunos humanos migraron a latitudes más altas, donde la radiación solar era escasa y los individuos con mucha melanina en la piel —los de piel oscura— no absorbían suficiente radiación como para producir una cantidad saludable de vitamina D. Parece que la selección natural nos aclaró la piel.

Otra de las razones por las que llamamos al Sol “El Astro Rey” es porque nadie puede discutir que es el rey de la mandanga. Pensadlo: el Sol va, suelta su radiación, ésta llega a la superficie terrestre y las plantas la transforman en comida. Por medio de la fotosíntesis la energía solar se convierte en materia vegetal, alimento que nos permite vivir tanto a nosotros como a otros animales que también nos comemos —excepto si eres una persona vegana, es decir, consumidora solamente de “energía solar kilómetro cero”, sin pasar por intestino ajeno—. Si tener el superpoder de alimentar a la humanidad no es lo más, ya me diréis dónde está vuestro listón. A lo mejor deberíais bajarlo un poquito.

Por otro lado, el Sol es una estrella, un reactor nuclear extremadamente potente en el que tienen lugar reacciones de fusión de átomos de hidrógeno que generan cantidades ingentes de energía de manera continua. Y, de momento, no nos cobra por esa energía. El Sol digo. Los políticos sí.
El Sol es tan majo que además de proporcionarnos huesos fuertes, comida y energía, emite ondas que han permitido el establecimiento de los satélites de comunicación, y gracias a ello estamos conectados con las distintas partes del mundo a través de la radio, la televisión e Internet.
No contento con todo esto, el Sol nos deleita con un espectáculo sublime: las auroras, partículas solares que chocan contra la atmósfera terrestre en la zona de los polos, emitiendo luz verde y roja cuando interactúan con el oxígeno y azul y púrpura cuando lo hacen con el nitrógeno. ¡Ay! Ahí sí que ya me ha ganado del todo. Yo me hago del equipo Sol. ¿Y vosotr@s?

Artículo publicado en El Lamonatorio para El Mono revista cultural (El Mono #69)

*Imagen de portada: Unsplash

Replica a Vozdevieja: por qué nos cambia la voz al envejecer – El Jardín de Mendel Cancelar la respuesta