Gustándome como me gusta a mi Principia Magazine no podía dejar pasar la oportunidad de contar la historia de la gran Barbara McClintock a través de esta plataforma maravillosa. Barbara podía verse pequeña –porque era una mujer menuda– pero su mente era grande, muy grande, una de las mentes más brillantes de todos los tiempos. Gracias a ella la genética ha avanzado hasta límites insospechados. Tardaron demasiado tiempo en reconocérselo pero al menos no murió sin tener un Nobel en su repisa.
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¡Larga vida a las científicas!
*Gracias Javi Murillo por la ilustración.

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