Las plantas hacen gracia, lo sé. Mi tesis doctoral hacía gracia, porque trabajaba con guisantes. Todos se reían (y se ríen) de mis guisantes. La gente no es consciente de la importancia de los vegetales en nuestras vidas y de cómo han ido modelando culturas y etnias a lo largo de la historia. Pensad en un país o una región geográfica y habrá una planta que lo defina. Como esa frase machistoide que dice «detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer» (porque siempre se nos ha obligado a estar detrás, no por elección propia, que conste), detrás de un grupo cultural siempre hay una o varias plantas.

Por ejemplo, Alemania. ¿Qué es muy típico de la cultura alemana? Las salchichas, sí. Las sandalias con calcetines, también. Pero sobre todo lo es la cerveza. ¿Y de dónde viene la cerveza? De los cereales. México: tequila, guacamole, salsas picantes. Todo procede de plantas. Japón: sake, te. Cataluña: ¿qué me decís de los calçots? Euskadi: kalimotxo. Plantas otra vez. Y así hasta aburrir… Las plantas como fuente de bebidas alcohólicas son clave para entender infinidad de costumbres y ritos sociales. También han permitido el desarrollo de la escritura gracias al papel (no, no viene de las librerías, se fabrica con madera, ¡sorpresa!). Nos han vestido durante siglos, nos han dado cobijo, nos han maquillado, limpiado, perfumado, curado, han permitido la elaboración de ornamentos, útiles para cocinar y pigmentos para colorear. Y ante todo, nos alimentan.

Espero que estéis listos para adentraros en un viaje único que cambiará de una vez por todas la visión que tenéis del mundo vegetal. Los Fruitis son graciosos, lo sé, pero id más allá y descubrid un universo de seres fundamentalmente verdes y repletos de celulosa que en este mismo instante os están influyendo para ser quienes sois.