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Especial ELEFANTES


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Los elefantes son animales fuertes e inteligentes y desde los albores de la humanidad el ser humano se ha beneficiado de estos rasgos. Quizá demasiado. Desde los ejércitos de la dinastía Shang en China, pasando por Alejandro Magno, el general Aníbal o los reyes de Sri Lanka, hasta su uso como bestias de carga en conflictos bélicos contemporáneos o su esclavización para entretener a turistas desalmados, hemos sometido a estos mamíferos sin miramientos ni compasión. Y por si esto fuera poco, nos inventamos la caza furtiva y los espectáculos circenses. No les hemos dado ni un respiro.

Batalla de Zama entre Roma y Cartago en la que aparece el ejército de elefantes de Aníbal. Pintura del S. XVI (Fuente)

Solemos emplear la palabra paquidermo como sinónimo de elefante, y aunque sigue siendo correcto desde el punto de vista lingüístico, en ciencia el término está obsoleto. Antiguamente, el orden Pachydermata —del griego pachys «grueso» y derma «piel»— agrupaba a los elefantes, rinocerontes, tapires, jabalíes, hipopótamos y manatíes, animales de gran peso, piel dura y pelo corto. Pero en la actualidad todos estos bichos se clasifican dentro de otros órdenes.

hipopótamo en un zoo
Antiguamente los hipopótamos se incluían dentro del mismo orden que los elefantes (Fuente)

Ahora la familia Elephantidae solo incluye tres especies: Loxodonta africanus y Loxodonta cyclotis, ambos africanos, y Elephas maximus, el elefante asiático. 

Cría de elefante africano de sabana (Loxodonta africanus) en el Parque Nacional Kruger, en Sudáfrica (Fuente)

Ciencias como la ecología y la etología han dedicado un porrón de estudios a los elefantes debido a sus sorprendentes habilidades y comportamientos: son seres gregarios que viven dentro de estructura social muy compleja, tienen muy buena memoria,se comunican a través de un lenguaje propio, manejan herramientas yreconocen los restos de cadáveres de su misma especie.

Grupo de hembras y cría de elefantes asiáticos de Sri Lanka (Elephas maximus maximus) en el Parque Nacional de Yala (Fuente)

Su inteligencia es comparable a la de algunos cetáceos o primates. Pero, más allá de ayudarnos a comprender nuestras conductas sociales, estos asombrosos mamíferos podrían ser clave en la lucha contra el cáncer. Y es que a los elefantes apenas les afecta esta enfermedad.

Elefante africano en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (Fuente)

Al parecer, poseen una súper colección de genes protectores que reparan el ADN de sus células, previniendo mutaciones cancerosas y su proliferación descontrolada. En concreto, en vez de una o dos copias de algunos genes supresores de tumores —que también tenemos las personas—, tienen de 7 a 20 copias adicionales. Y claro, the more, the merrier. Que las personas tengamos una mortalidad debida al cáncer del 25% y los elefantes de menos del 5% se debería al exceso de copias de estos genes.

Estructura 3D de la proteína p53 unida a un fragmento de ADN (Fuente)

Una de las proteínas codificadas por estos genes es una vieja conocida de los oncólogos: la p53. Cuando el ADN sufre daños durante la replicación, la p53 se activa y detiene el proceso para facilitar su reparación. En condiciones normales, permanece inactivada por la proteína MDM2.

Ay, pero qué majicos son estos bichos, madre (Fuente)

Ahora sabemos que los elefantes poseen 20 copias distintas de p53 y no todas son reguladas por MDM2. ¿Será esto lo que potencia su capacidad de reparación y su resistencia al cáncer? ¿Cómo interaccionan p53 y MDM2 en los elefantes? Estas preguntas guían hoy la investigación oncológica en elefantes y si conseguimos contestarlas podríamos salvar muchas vidas. No creo que la protección de los animales deba basarse en un motivo egoísta, pero quizá esto que os he contado haga que incluso quienes justifican atrocidades como la del rey emérito en Botsuana se lo piensen dos veces.


Artículo publicado en El Lamonatorio para El Mono revista cultural (El Mono #141):

*Fuente de la foto de portada

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