«Entre los científicos están ganando los que defienden la verdad de la creación frente al relato de la evolución». Esta frase la pronunció Jaime Mayor Oreja, ex-ministro del PP, el mes pasado en el Senado de España. Analicémosla.

Por un lado, nos relata una situación en la que unos científicos están “ganando” a otros. Hace casi 20 años que terminé mis estudios de Biología (veinte años, jajaja JA) y ni por aquel entonces ni a lo largo de mi carrera he sentido que tenía que derrotar a mis compis de profesión para realizar bien mi trabajo. No nos dedicamos a jugar a fútbol ni somos concursantes de Operación Triunfo. Trabajamos de forma colaborativa para generar conocimiento que tenga un impacto positivo en la sociedad y para transmitirlo. En la segunda parte de la frase, Mayor Oreja habla de “la verdad de la creación” frente a un cuento, una fábula, un relato: el de la evolución. Ahora resulta que además de futbolistas o triunfitos, quienes hacemos ciencia y/o la contamos somos novelistas. ¡Qué maravilla! Ojalá, ya os lo digo. Estaría forrada y feliz. No tendría ansiedad, porque en mi vida no habría incertidumbre ni inestabilidad económica y me estaría dedicando solo a algo que me fascina, que es contar historias. Pero, muy a mi pesar, esto sí que es pura ficción.

Mayor Oreja mintió en la cumbre antiabortista celebrada (no entiendo por qué) en el Senado cuando dijo que la teoría de la evolución es un cuento. Evidentemente mintió a sabiendas de que lo hacía, porque por muy ultra católico que sea tiene estudios científicos (se licenció en Ingeniería Agronómica) y nadie en su sano juicio y con un mínimo de cultura se creería que las personas brotamos del barro como cuenta la Biblia. Pero a él su relato le da rédito económico y poder.

Así que Jaime, el cuentista de Hamelin, robasetas como yo para más inri, da a entender en la Cámara Alta de las Cortes Generales que Charles Darwin, Alfred Russel Wallace, Jean-Baptiste Lamarck, Carl Linnaeus, Gregor Mendel, Mary Anning, Alexander Oparin, Francis Crick, Richard Dawkins, Stephen Jay Gould, o Lynn Margulis, por mencionar tan solo a unos pocos estudiosos de la evolución de las especies y del origen de la vida en la Tierra, nos han mentido. Y que, esto se pone interesante, hay otros científicos que pueden corroborarlo. Dónde están, que yo los vea. Que me digan a la cara, pruebas mediante, que el Homo sapiens sapiens nació del fango, que la sopa primordial es un embuste y que los monetes no son nuestros antepasados. Menudo chasco, colega.

Pero ante engañuflas como estas, que nos interpelan como profesionales y como personas, hay que salir a defender la evidencia científica y todo el trabajo que supone conseguirla (que es muchísimo y muy precario). Inmediatamente después de su aparición en los medios, la comunidad científica respondió a Mayor Oreja con contundencia. En redes sociales surgió el hashtag #MensajesParaMayorOreja y se publicaron cientos de mensajes respaldando el trabajo del personal investigador y la teoría de la evolución. Incluso una científica católica escribió una columna pidiendo al exministro que hiciera el favor de no mezclar churras con merinas.

Mayor Oreja también dijo en el Senado que ellos, los creacionistas, son los que “tienen razón frente a la moda dominante” que representa la teoría de la evolución. Bueno, bueno, resulta que también creamos tendencia. Después de veinte años me entero de que mi gremio está compuesto por gente rica, que se siente realizada, despreocupada, feliz y que encima es supercool. Somos Charlie XCX, somos George R. R. Martin, somos Cristiano Ronaldo, ¡somos Kardashians! Qué contenta se va a poner mi madre cuando se lo cuente, Jaime. Me has alegrado la Navidad, el Año Nuevo y la vida en general. Tell me lies, tell me sweet little lies. Abajo Darwin. Arriba la Iglesia Pentecostal “El Fuego Celestial”.

Artículo publicado en El Lamonatorio para El Mono revista cultural (El Mono #133):

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