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Especial INTELIGENCIA ARTIFICIAL


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“Recuerda que aunque las herramientas de inteligencia artificial como yo pueden proporcionar información precisa y generar texto, siempre es importante que el contenido sea revisado por expertos humanos en el campo para garantizar su calidad y precisión”. Esto me dice ChatGPT después de preguntarle si puede escribirse un texto divulgativo sobre la inteligencia artificial (IA) usando herramientas de IA como ChatGPT. Mi compi de revista Concha Tisfaier no estaría contenta con ese masculino genérico, y a mí me da repelús que no haya una coma después de “Recuerda que”, pero lo que no me esperaba es que el chatbot hiciera la pelota a la humanidad con ese descaro.

ChatGPT nos da miedo y nos fascina a la vez, ¿verdad? (Fuente)

Desde la irrupción de la herramienta de OpenAI en nuestras vidas, me he preguntado cada día cuál es mi opinión al respecto, pero no consigo contestarme. Por un lado, siempre he pensado que la tecnología no es mala per se. ¿Acaso es diabólica una pastilla para el dolor, una olla exprés, un secador de pelo, un dildo, una rueda o un teléfono móvil? Puede que podamos emplear cualquiera de estas cosas para asesinar o esclavizar (no, no me refiero solo al dildo), pero el fin para el que fueron creadas es hacernos la vida más fácil y agradable. Por otro lado, sé que no somos precisamente seres de luz y que la tecnología mal empleada ha ido dejando un reguero de cadáveres a lo largo de la historia y destruyendo un poquico el planeta (recordad lo que os conté de los coches). Si no que se lo pregunten a Robert Oppenheimer, a quien por cierto ha interpretado Cillian Murphy en la nueva peli de Nolan que me muero por ver. Hemos hecho uso de la energía nuclear para ayudar a las personas, pero también para borrarlas de la faz de la tierra. Así somos.

Oppenheimer citando el libro sagrado hinduista Bhagavad Gita, autodenominándose «El destructor de mundos». Pobre hombre.

Siguiendo con los interrogatorios a una misma, también me pregunto cada vez más cómo es posible que la gente tenga las ideas tan claras sobre absolutamente todo. Yo, conforme me hago mayor, solo sé que no se nada todo el rato y cada vez soy menos dogmática. Pero este es otro tema. Sé que queréis que aclare si se debería prohibir o no la IA, pero, ¿sabíais que se está empezando a utilizarla para detectar de forma precoz cáncer de mama? ¿Y que los algoritmos se nutren con datos sesgados que no representan a las minorías? ¿Os han contado que gracias a la IA se reduce el margen de error del 5% al 3% en procesado de datos? ¿Y que desarrollar técnicas de machine learning emite 5 veces más CO2 a la atmósfera que un automóvil durante toda su vida? Oh wait, a ver si los coches no van a ser tan malos… Podríamos hablar también de avances espectaculares en el desarrollo de fármacos, de maneras fascinantes de abordar la música y el arte, de la automatización de procesos tediosos que retrasan lo realmente necesario, pero también de suplantaciones de identidad, vulneración de los derechos de autoría, de reconocimiento facial de personas migrantes en las fronteras para agilizar deportaciones en caliente, de que las grandes corporaciones y personas de dudosa ética como el señor Musk controlen la tecnología a nivel mundial…

La artista estadounidense Holly Herndon es una incansable exploradora de las posibilidades que ofrece la IA en el ámbito de la música. Os la recomiendo mucho (Fuente)

Qué, ¿os atrevéis ahora a responder a la pregunta de si la IA debería prohibirse? ¿O más bien creéis que ha de regularse? Hace menos de un mes el Parlamento Europeo llegó a un primer acuerdo para regular el uso de la IA para que respete en todo momento los derechos fundamentales de la ciudadanía, y hace unos días se publicó el borrador de la ley. Puede parecer una buena noticia después de tantos meses de rumores e incertidumbre, pero según voces expertas la regulación va a ser demasiado restrictiva y además pondrá freno a las iniciativas de fuente abierta (open source) y favorecerá a las grandes empresas. Como veis, el balance entre innovación y regulación no es sencillo. Por otro lado, la tecnología avanza más rápido que la legislación, con lo cual es complicadísimo poder predecir en qué punto estaremos de aquí a unos meses. Donde sí estaré yo dentro de 3 meses es de vacaciones; así que permitidme que finalice este texto para poder fantasear con esas jornadas de relax, lectura, naturaleza, gastronomía y, por qué no, reflexión sobre la deriva que está tomando mi vida desde que ChatGPT entró en ella. De momento todo bien, pero nunca hay que dejar de hacerse preguntas.

Artículo publicado en El Lamonatorio para El Mono revista cultural (El Mono #114).

*Fuente de la foto de portada

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