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Especial ELECTRICIDAD


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Casualmente llevo unos meses trabajando en un proyecto divulgativo relacionado con la electricidad. El jefe de todo esto no lo sabía, pero supongo que ya son muchos años en la revista y hablando de chorradas en nuestro grupo de WhatsApp, así que no es raro que hayamos desarrollado algo similar a la telepatía. Digo similar porque desde el punto de vista de la física es imposible comunicarse con la mente. Ya os lo explicaré en otro especial si eso.

Resulta que nuestro cuerpo funciona por impulsos eléctricos. ¿Os acordáis de cuando estudiabais el sistema nervioso en el cole? Por si tenéis memoria de Dory como yo, para responder a un estímulo que llega desde el exterior hasta nuestro cerebro, éste contesta “lanzando” una corriente eléctrica a través de una intrincada red de células nerviosas que recorre todo nuestro cuerpo. Estas células se llaman neuronas, y tienen una “cabeza” llamada soma y unos “brazos” muy largos denominados axones, que es por donde pasa la corriente. A lo largo de los axones se produce un intercambio de átomos con carga eléctrica, es decir, de iones positivos y negativos: algunos iones entran y otros salen, lo que hace que el impulso vaya transmitiéndose por el axón.

En algunas cosillas se ha quedado obsoleta, pero «Érase una vez el cuerpo humano» era maravillosa.

El tráfico de iones que se genera solo para que pestañeéis, eructéis, o hagáis next en Tinder nada tiene que envidiar al de Príncipe de Viana en hora punta. Cuando la señal eléctrica llega al final del axón, para pasar a otra neurona y seguir su camino necesita transformarse en una señal química, y esto ocurre en una zona llamada sinapsis. En la sinapsis, la señal eléctrica activa la liberación de neurotransmisores, unas moléculas que transfieren el impulso a la siguiente neurona. En nuestro cuerpo hay más de 60 tipos distintos. ¿Os suenan de algo la dopamina, serotonina, adrenalina o epinefrina? Pues son neurotransmisores.

Así se ve una sinapsis al microscopio electrónico. ¡Los circulitos son vesículas llenas de neurotransmisores! (Fuente)

Así contado, parece que el impulso nervioso vaya a paso de tortuga, que los iones entran y salen con toda la pachorra y que, cuando les apetece, les dan el toque a los neurotransmisores para que se vayan liberando en la sinapsis con la calma. De eso nada, monadas. Aquí hablamos de que en milisegundos se libera un torrente de neurotransmisores. De que, en un segundo, una neurona se conecta con otra una media de 200 veces. De que el impulso nervioso puede alcanzar velocidades de 120 metros por segundo. El sistema nervioso no para, el sistema nervioso sufre de estrés laboral.

Los impulsos nerviosos viajando por tus neuronas (Fuente)

Pero como siempre ocurre en estructuras tan complejas, las cosas pueden ir mal, muy mal. En la transmisión del impulso nervioso hay muchas posibilidades de que algo falle. Puede que la mielina, la sustancia que recubre los axones para protegerlos y que el impulso vaya más rápido, se deteriore. Esto es lo que les pasa a las personas con esclerosis múltiple, enfermedad que padecen Bob Pop o Selma Blair. Puede que las neuronas motoras, las que se encargan del movimiento corporal, comiencen a morir poco a poco. Esto les ocurre a las personas con esclerosis lateral amiotrófica, como Unzué o Stephen Hawking.

Con este cacharro se pueden estudiar cómo se entran y salen los iones de las células a través de la técnica patch-clamp (Fuente)

También puede que haya algún problema con el tráfico de iones a lo largo del axón. Los iones no pasan a través de las membranas de las neuronas como Patrick Swayze a través de las paredes en Ghost. A lo largo de las membranas hay unos túneles que se abren y se cierran para dejarles pasar cuando les toca. Estos pasos selectivos se llaman canales iónicos. Como le oí decir el otro día al investigador de la Universitat de Barcelona Xavier Altafaj, estos canales son como puertas entre dos mundos, y si no funcionan bien las consecuencias pueden ser terribles. Su mal funcionamiento puede generar una sobrecarga eléctrica en el cerebro, lo que conocemos como epilepsia. También puede provocar migraña, ataxia, contracciones musculares involuntarias (distonía), dolor crónico, rigidez muscular (miotonía) e incluso ceguera y sordera, si se ven afectadas a las células nerviosas del ojo o del oído. Las enfermedades causadas por una disfunción de los canales iónicos se denominan canalopatías.

También hay canalopatías que afectan a otras células del cuerpo (no solo a las neuronas), porque esto de que los iones entren y salgan de las células a través de canales se ve que la naturaleza lo considera una buena estrategia de comunicación. Y si la estrategia es buena, ¿para qué cambiar? Por lo tanto, aparte de las neurológicas, tenemos canalopatías cardíacas (síndrome de Brugada), respiratorias (fibrosis quística), endocrinas (hiperinsulinismo), renales (síndrome de Bartter) o inmunológicas (miastenia gravis). Todo un catálogo de enfermedades terribles, vaya.

Los iones pasan a través de esos túneles que llamamos canales iónicos que se encuentran en las membranas de las células, incluidas las neuronas (Fuente)

¿Cómo podríamos revertir las canalopatías? Pues investigando, claro está. Hay que conocer a fondo los canales iónicos y qué mutaciones de qué genes les afectan y cómo para poder desarrollar tratamientos.Para eso tenemos a grandes profesionales de la ciencia yendo día tras día al laboratorio a analizar datos, extraer y secuenciar ADN o medir corrientes iónicas con máquinas que parecen sacadas de una peli de ciencia ficción. Profesionales como Xavier Altafaj, que el otro día nos explicaba su trabajo y me emocioné al darme cuenta de lo lejos que estábamos llegando. Se me pusieron los pelos de punta, y eso solo fue posible gracias a que una corriente eléctrica hizo que mi cuerpo segregara adrenalina, y ésta provocó que los músculos erectores de mi vello corporal se contrajeran, erizándolo al unísono.

Artículo publicado en El Lamonatorio para El Mono revista cultural (El Mono #112)

Portada revista El Mono número 112 electricidad

*Fuente de la foto de portada

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