Hace un par de semanas dando un paseo por el Paseo del Arga en Pamplona vimos un platanero (Platanus hispanica) con una protuberancia un tanto peculiar:

Mi acompañante, asombrado, me preguntó que si sabía qué era esa bola gigante y yo le dije que creía que era un tumor. «¿Pero las plantas también tienen tumores?», exclamó, asombrado. Mi respuesta fue un rotundo sí. También le expliqué, aunque no venía mucho a cuento, que yo había trabajado durante mi tesis induciendo la creación de callos en plantas de guisante en el laboratorio, que son también una especie de masas celulares indiferenciadas con las que se pueden estudiar el efecto de sustancias en el metabolismo vegetal y también generar clones de plantas. Pero esta es otra historia.

La bacteria Rhizobium radiobacter, antes conocida como Agrobacterium tumefaciens, es un microorganismo que parasita a muchas plantas superiores y genera lo que llamamos tumores o agallas de cuello. No puedo asegurar que el tumor que vimos en el platanero del Arga lo haya producido esta bacteria, puede que se trate de otro microbio u otro tipo de fenómeno, pero aprovecharé para contaros por qué Agrobacterium no es una bacteria cualquiera. Lo que hace R. radiobacter o Agrobacterium es introducir un plásmido (un trocito suelto de ADN) en el ADN de las células del árbol o planta que infecta, y este trocito contiene instrucciones para fabricar hormonas que estimulan la multiplicación celular, dando lugar a tumores. La bacteria entra en la planta a través de heridas, que pueden ser generadas por los útiles de jardinería o labranza, por insectos, heladas, mordeduras de animales, etc.

Pero una infección bacteriana no tiene por qué ser del todo mala. El ser humano lleva milenios sacando provecho de la naturaleza y no iba a ser diferente con Agrobacterium. Este microorganismo es el rey de la biotecnología vegetal, una disciplina que ha permitido mejorar sustancialmente los cultivos, minimizar los daños ambientales e incluso descubrir y producir medicamentos y otras sustancias de interés. En los laboratorios se emplea la capacidad infecciosa de Agrobacterium para introducir diversos genes en el genoma de las plantas, es decir, para producir los demonizados organismos modificados genéticamente: los OMGs o transgénicos. Gracias a esta técnica se pueden crear especies inmunes a parásitos y enfermedades, mejorar la composición nutricional de las plantas (ver el caso del famoso arroz dorado), generar especies que descontaminen (lo que llamamos fitorremediación) o fabricar vacunas. ¡Con lo importantes que están siendo las vacunas en esta pandemia!

Está claro que allá donde la naturaleza plantea un problema, la humanidad encuentra una oportunidad. Si os encontráis algún tumor o agalla en las plantas de vuestros pueblos y ciudades, acordaos de que esas bacterias tan fastidiosas también hacen el bien 🙂

*Fuente de la foto de portada.