Está feo que yo diga esto siendo científica y dedicándome a la divulgación, pero nunca se me han dado bien las matemáticas. Cuando solo había que memorizar la tabla de multiplicar no había problema —mi memoria en estos casos siempre ha sido maravillosa, eso sí, no me pidáis que me acuerde de lo que hice ayer o de cómo se llamaba la colega del colega que me presentaron el sábado—, pero cuando las cosas se pusieron feas y hubo que derivar, integrar, hacer estadísticas y resolver enigmas pues lo siento pero no. Probablemente la mitad de la culpa la tuviera el profesor que me tocó en la carrera. Eso de la motivación como que para otro día. La otra mitad la achaco a mi absoluta falta de interés, que creo que tiene mucho que ver con lo anterior.
A pesar de que las matemáticas no van conmigo, soy consciente de la gran relevancia que tienen en nuestras vidas. La tecnología, la economía, la arquitectura, la informática, los cálculos que nos dicen si los resultados de un experimento son estadísticamente significativos, el arte y sus proporciones, la música…

Y la maldita lotería. Estas Navidades me tocó volver a escuchar las mismas sandeces de cada año sobre nuestro juego de azar patrio. Supersticiones, rituales, brujas de la suerte catalanas, los niños de San Ildefonso emocionados, que si este número es muy feo, que si cuando un número tiene muchos ceros nunca toca…
A ver, gentes de bien, que la Lotería Nacional y todo este tinglado de apuestas que se ha sacado el gobierno de la manga son un timo. Lo dicen las matemáticas.
Para empezar, la probabilidad de que te toque el Gordo de Navidad, si aplicamos el teorema de Laplace —un señor francés al que le molaban las mates, no como a mí—, es de 0,00001. ¡El premio sale de 1 bola entre 100.000 que hay dentro del bombo! Además, por muchos boletos que compremos, no aumentamos apenas la probabilidad de que nos toque el Gordo. Si compramos 2 boletos, por ejemplo, la probabilidad de ganar algún premio es de 0,00002. Qué pena, de verdad. Lo de jugar siempre al mismo número para aumentar las probabilidades de ganar tampoco tiene mucho sentido matemáticamente hablando. Por ejemplo, si en la Lotería de Navidad jugáramos durante 60 años seguidos al mismo número tendríamos 0,0000177 posibilidades de ganar, es decir, la probabilidad aumenta una mierdecilla.
Eso de que ciertos números tocan más que otros también es una invención. Es cierto que según la lista del los números agraciados con el Gordo de Navidad hay más números que acaban en 5, pero esto se debe únicamente al azar. Según vayan pasando los años se comprobará que la probabilidad de que toque cualquiera de los números tiende a ser la misma. Tampoco tendréis más opciones de que os toque la lotería comprando en administraciones en las que más suele tocar. De hecho, toca más en esos lugares porque venden chorrocientos números debido a esta falsa creencia.
Conclusión: que no os la cuelen. Es muy, pero que muy poco probable que salgáis de pobres comprando lotería. Es más, seréis más pobres si os da por dejaros un pastizal en este tipo de apuestas. Si os queréis forrar sin hacer nada yo os recomiendo que os metáis en política. Eso sí que nunca falla.

Artículo publicado en El Lamonatorio para El Mono revista cultural (El Mono #79)
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