¿Es el león el Rey de la Sabana? (de la selva no, que en la selva no hay leones). En un combate cuerpo a cuerpo, ¿quién ganaría, un caimán o un jaguar? ¿Cuál es el animal más venenoso del mundo, es decir, el que maneja una mandanga que te deja seco? La naturaleza no es como la pintan en las pelis de dibujos animados: es cruel, sucia, violenta, caótica y funciona por jerarquías, y aunque pueda parecernos extraño (por eso de que vivimos la desigualdad entre sexos, el techo de cristal, las diferencias salariales y la violencia sexual) hay especies animales que, no se sabe exactamente por qué, viven en una sociedad matriarcal.

Un ejemplo ampliamente conocido es el de los elefantes: ahí donde los veis, tan bonachones, tan veganos y con esas pestañicas tan adorables, estos paquidermos tienen lo suyo. Pueden ser muy violentos con sus congéneres si no se acatan las indicaciones de la autoridad suprema del grupo. Los elefantes tienen una estructura social que se conoce en etología como gregarismo: sus manadas están compuestas por varias familias y esta organización les ayuda a protegerse de los ataques de otros animales y a mantenerse a salvo durante las migraciones. La cabecilla de la manada, una hembra mayor, puede llegar a liderar hasta 100 elefantes, y es la que mejor sabe dónde encontrar agua y cómo defender a las crías. Don’t mess with an old elephant matriarch, bitch.

Otra especie que vive muy bien en el matriarcado es el bonobo. A diferencia de sus hermanos los chimpancés (unos camorristas de cuidado), los bonobos viven en grupos muy igualitarios, son bisexuales, pacíficos, altruistas, pacientes y cariñosos. Vamos, a lo que aspiraría cualquier sociedad humana con dos dedos de frente. Por cierto, a estos monetes les mola resolver sus conflictos con favores sexuales, tanto entre machos como entre hembras. Se las saben todas.

Las leonas también son las reinas del cotarro en la sabana africana. Mucho Simba, mucho Mufasa, pero en los grupos de leones son las hembras las que organizan la caza, se coordinan entre ellas, acechan y matan a las presas.

Ellas son las que llevan la carne a casa, ¿vale? El macho suele ser un individuo considerado como un mero semental y en cualquier momento puede ser sustituido por otro más joven y fuerte. ¿Qué os parece, mujeres? Las leonas sí que se lo montan bien.

Y en los océanos también tenemos matriarcado, bitches. Las orcas, las primicas de Willy, también se mueven en manada por el océano y una hembra adulta y madre es la que corta el bacalao. Aunque todas se lo coman después, eso sí.

Estos son algunos de los ejemplos del matriarcado en la naturaleza, pero no son los únicos: suricatas, lémures, hienas, hormigas, ratas topo, abejas,… incluso algunos peces abisales, cuyos machos son tan pringados que viven en los genitales de las hembras, como es el caso de algunas especies de la familia Ceratiidiae. ¡Los científicos pensaban al principio que eran parásitos!

Aunque sepamos que jamás habrá matriarcado en nuestra sociedad humana capitalista y destructora, podríamos intentar al menos que las tareas del hogar y ciertos convencionalismos sociales no sean un tema que les toque casi siempre las mujeres, ¿no? Como la crianza de los hijos, el cuidado de los enfermos, la puta depilación, las faldas o los tacones. Ay, perdón, que esto es El Lamonatorio y no la sección de la Dra. Sindi Entes. Sindi, amiga, suéltalo.

Artículo publicado en El Lamonatorio para El Mono revista cultural (El Mono #76)

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