El martes pasado a las 17:15 comenzó la primavera en el Hemisferio Norte. De momento no se nos ha alterado demasiado la sangre porque no ha hecho muy buen tiempo que digamos, pero todo llegará. Las temperaturas comenzarán a ascender ligeramente y los días se alargarán. La cantidad de luz que llega a nuestras latitudes se incrementará y esta será la señal que captarán las plantas para alcanzar su madurez sexual. Los seres verdes serán entonces como adolescentes extremadamente salidos con ganas de soltar… energía, digamos.
Los cambios en la ración diaria de luz que reciben los vegetales activarán unos receptores y algunos responderán generando flores, que no son más que sus órganos reproductivos. A partir de entonces comenzará una auténtica orgía que dará paso a la fecundación de las flores con la consiguiente aparición de los frutos, estructuras muy especiales y diversas que aseguran la descendencia de nuestras adoradas plantas.

En las plantas con flores estas se comportan como órganos reproductores masculinos y/o femeninos, dependiendo de si son bisexuales o unisexuales (las primeras poseen ambos tipos de órganos). El polen, que se encuentra en la zona terminal de los estambres —llamada antera —, es algo así como el «pre-esperma vegetal». Cuando el grano de polen ha llegado al aparato reproductor de la flor a la que quiere fecundar emite el tubo polínico, una estructura que transporta los gametos masculinos — que serían como los espermatozoides humanos — hasta la zona donde se encuentran los gametos femeninos — semejantes a nuestros óvulos —, donde se fundirán produciendo el embrión. Tras esa fusión se producen también estructuras de reserva que alimentarán al embrioncito vegetal hasta que germine. Esto es a lo que llamamos semilla. ¿A que es una monada?

Una vez llega el polen y se da la fecundación, el ovario de la planta se transforma de manera fascinante dando lugar a los diferentes tipos de frutos que conocemos; es decir, lo que nosotros nos comemos son literalmente ovarios de plantas modificados. Mmmm… suena apetecible, ¿o no?
Pero esta orgía vegetal, por muchos beneficios ecológicos, estéticos, nutricionales y económicos que conlleve, es una auténtica pesadilla para millones de terrícolas cada año. Las personas con alergia al polen no quieren ni oír hablar de la primavera, y no es para menos. La producción de simiente vegetal se encuentra en su máximo apogeo, el aire está bien cargadito de granos de polen, polen que en contacto con las pobres personas alérgicas activa una cascada de reacciones en sus células que derivan en síntomas indeseables como congestión nasal, irritación ocular, estornudos o picazón en la nariz o el paladar.

Yo entiendo perfectamente la angustia que experimentan en estas fechas las personas con alergia al polen, porque lo que a ellos les ocurre cuando llega la primavera a mí me pasa al encontrarme en una habitación cerrada con un lindo gatito. La naturaleza a veces es muy cruel. Pero como los pobres gatetes no tienen la culpa de activar mi producción de histamina, no puedo aborrecerlos, y lo mismo deberían pensar los/as alérgicos/as al polen: las flores son demasiado bonitas para odiarlas, ¿verdad?

Dejando a un lado estas cuestiones de salud, lo cierto es que la primavera ya está aquí y ha venido para quedarse, al menos hasta finales de junio que es cuando comenzará el verano. Ahora aprovechad todo este nuevo conocimiento que os he trasmitido y cuando os deis una vuelta por vuestra ciudad o vuestro pueblo, observad las nuevas flores que comienzan a brotar y el polvillo amarillo que cubre los coches. Las plantas se verán más verdes y brillantes que nunca y no es para menos, pues se están reproduciendo en vuestras narices. Estarán, como se dice por ahí, en la flor de la vida.
*Imagen de portada: Wikimedia Commons.

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