Yo a principios de los 90 ya sabía que quería ser científica. Me había tragado todos los documentales de Rodríguez de la Fuente y Cousteau durante la infancia y me había enamorado de Érase una vez la vida. Y ahora que mis hormonas empezaban a aflorar y tenía una edad de dos cifras llegaban Jurassic Park, Expediente X, 12 Monos, Contact o Gattaca para alimentar más mis fantasías. Ya no había vuelta atrás. A pesar de que las cosas nunca han sido fáciles no me arrepiento de haber elegido el apasionante camino de la ciencia. Ahora sé cuantísimos matices de la vida me hubiera perdido de no haberlo hecho.

La década de los 90 fue muy productiva en ciencia. En esos años comenzó la era tecnológica tal y como la conocemos ahora gracias al nacimiento de la World Wide Web. Qué sería de nuestras vidas sin “el interné”… ¡Gracias, Tim Berners-Lee! Para ponernos las cosas aún más fáciles en 1999 llegó Google a nuestras vidas. A todo esto se le sumó otro hito tecnológico que hoy día va de la mano de la red de redes como es el teléfono móvil. Puede que algunos de vosotros no tuvierais vuestro primer ladrillo Alcatel hasta pasado el 2000, pero en mis últimos años de cole ya estaban los early adopters de clase hablando con sus aitas durante el recreo. Con el tiempo, lo que parecía un lujo al alcance de unos pocos se ha convertido en una algo que usan hasta las abuelas.

El 24 de abril de 1990 fue el día del lanzamiento del telescopio espacial Hubble. Este instrumento óptico gigante orbitará hasta 2021 alrededor de nuestro planeta recogiendo imágenes maravillosas del universo. Tiene una altísima resolución, el doble de buena que el mejor aparato terrestre. Los astrónomos están encantados con él pues ha generado datos para que profesionales de más de 45 nacionalidades publiquen 4.800 artículos científicos. Ahí es nada. El Hubble es de Bilbao, lo menos.

Otro hito científico de los 90 fue el nacimiento de la oveja Dolly, de la que os hablé en el Especial Doppelgänger. Se formó tal revuelo con ella porque por fin se consiguió concebir un clon de mamífero a partir de una célula de animal adulto. Gracias a este avance se están desarrollando terapias con células madre que salvarán miles de vidas. Una oveja para salvarlos a todos… En esta década también comenzó a sonar el Proyecto Genoma Humano, que parecía ciencia-ficción pero que en 13 años (2 antes de lo previsto) descifró nucleótido a nucleótido la secuencia de ADN de nuestras células. Los primeros tomates transgénicos que llegaron al mercado lo hicieron en 1994, comenzando una revolución biotecnológica que ya nunca se iba a parar.

Para algunos, los 90 significaron el Príncipe de Bel-Air, Cosas de Casa, Kurt Kobain, Björk, las Reebok Pump o Pulp Fiction. Para otros, drogas sintéticas, videojuegos y MTV. Pero para todos, aunque muchos no lo sepan, significó avance científico del bueno. Y con esto, colegas simios, vengo a decir que la ciencia de hoy es el bienestar de mañana. En las próximas elecciones votad al Partido Científico. Al menos os robarán para investigar y viviréis mejor.
Artículo publicado en El Lamonatorio para El Mono revista cultural (El Mono #56)


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