Cuando Tod Browning filmó “Freaks” en 1932 contó con un elenco de intérpretes con aspectos muy peculiares. Lejos de ser engendros o freaks, estas personas son meros humanos mutantes, como todos nosotros. Lo que ocurre es que las mutaciones que sufren les confieren unas características físicas un tanto esperpénticas en comparación con los benditos cánones que ya estamos hartos de tener que seguir.
El enanismo acondroplásico ha tomado protagonismo en los últimos años gracias al actor que da vida a Tyrion Lanister en Juego de Tronos. Peter Dinklage ha logrado hacerse un hueco como actor sin caer en los estereotipos de su condición genética (y es mi favorito de la serie, que aunque no viene a cuento lo suelto porque sí). Los humanos con acondroplasia tienen las extremidades mucho más cortas en comparación con el resto del cuerpo y la cabeza más grande. El origen está en la mutación de un receptor del factor de crecimiento de los huesos. Sorprendentemente, el 80% de los enanos lo son por mutación espontánea, no por herencia.

El marido de La Mujer Barbuda en “Freaks” era Peter Robinson, El Esqueleto Humano. Sufría de fibrodisplasia osificante progresiva. El pobre pesaba apenas 27 kg y bajito precisamente no era. Los que padecen esta mutación soportan una osificación progresiva de músculos y tendones, es decir, su musculatura desaparece dejándoles literalmente en los huesos. Y hablando de La Mujer Barbuda, la hipertricosis femenina es una condición más común de lo que se piensa. Nuestro organismo debe equilibrar la producción de hormonas masculinas y femeninas y en ocasiones este balance falla. Cuando una mujer genera cantidades ingentes de andrógenos (hormonas masculinas) éstos le juegan malas pasadas y hacen que desarrolle atributos del sexo opuesto: el molesto vello en zonas “no femeninas”. Lo serio es que este lío de hormonas puede causar problemas de esterilidad.

El síndrome de Seckel es la enfermedad rara que aquejaba a Koo Koo, La Mujer Pájaro. Ella tenía microcefalia (cabeza pequeña), retraso mental, mandíbula inferior reducida y otros rasgos que dieron pie al desconsiderado de turno a compararla con un ave.

Y hablando de microcefalia, Pip, Zip y Schlitzie, tiernamente abrazados a Madame Tetrallini, padecían esta enfermedad. Por cierto, ahora se sabe que las embarazadas con el virus Zika pueden transmitir al feto esta broma pesada. En “Freaks” también aparecían las siamesas Hilton, unidas por la pelvis y compartiendo circulación sanguínea.

Este fenómeno ocurre porque la separación del embrión se da de forma incompleta a la hora de generar gemelos univitelinos. Encima corría el rumor de que no se llevaban del todo bien. Imaginaos no soportar a alguien y tenerlo ahí pegado para siempre. Como le ha pasado toda la vida a la familia de Johnny Cash, aguantando que los del Ku Klux Klan utilicen las canciones del de Arkansas para hacer apología de la nación aria. Menos mal que por fin han vetado su música a esos descerebrados. Esos sí son esperpentos y no los personajes de “Freaks”.
Artículo publicado en El Lamonatorio para El Mono revista cultural (El Mono #55)


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