Estas fechas primaverales no son la estación del amor y la sangre alterada sólo para nosotros, hay otros muchos seres vivos que también aprovechan estos días para su reproducción. Uno de esos seres es la típula o zancudo: una especie de “mosquito gigante con patas muy largas” que se convierte en plaga en los jardines de Pamplona. Pero lo que muchos desconoceréis es que no se trata de un mosquito, que no pica, y que pasa muy poco tiempo en estado adulto, tan solo unos días, con una única misión: reproducirse.

Si hablamos de clasificación (o taxonomía, que es la ciencia de ordenar la diversidad biológica en taxones o grupos de organismos formando un sistema de clasificación) las típulas pertenecen al orden Diptera, que es también el grupo en el que los científicos han colocado a los mosquitos. Pero dentro de ese orden, las típulas son Tipúlidos, y los mosquitos son Culícidos. Y no pican porque no tienen aguijón, eso se lo dejamos a algunos insectos del orden Himenoptera: abejas, avispas, etc. Las hembras son más grandes que los machos, llegando a alcanzar los 6 centímetros de longitud. Éstas además son poco numerosas y por ello muchos machos se quedan sin pareja vagando por los jardines en un vuelo más bien torpe y llegando al final a nuestras casas y oficinas como si de almas en pena se tratase. Estos animales se encuentran la mayoría del año en estado larvario (son unos gusanitos grises que viven en la hojarasca) y se alimentan de raíces y frutos en estado de descomposición. De ahí su importancia para nuestro ecosistema, pues son verdaderos transformadores de materia orgánica.

Así que la próxima vez que crucéis un jardín al alba o entréis en vuestras casas y os sobresaltéis por ver a estos desgraciados insectos, no los matéis. Tened piedad de ellos, pobres bichos feos… Atrapadlos y devolvedlos a la calle, que a lo mejor en el último momento les suena la flauta y pueden vivir su historia de amor.